jueves, 5 de julio de 2012

El Codex Rohonczi

Código Rohonczi
El Código Rohonczi es una colección de escritos en un sistema de escritura desconocido.


El origen del códice es incierto, fue donado en 1838 a la Academia de Ciencias Húngara por Gusztáv Batthyány, de la nobleza húngara, junto al resto de su biblioteca.
Recibe el nombre de la ciudad de Rohoncz, en el oeste de Hungría (actualmente Rechnitz, Austria), donde permaneció hasta 1907, cuando es trasladado a Budapest. En esta época, el códice es mencionado en una obra de Bela Toth, "Rare Hungarian Writings". El códice fue remitido también a un investigador alemán en 1885, Bernhard Jülg, profesor en la Universidad de Innsbruck, sin que pudiera descifrarlo.
Una posible huella de su pasado puede ser el registro en 1743, en el catálogo de la Biblioteca Rohonc de los Batthyánys, de "Magyar imádságok dice, I. en su volumen 12" lo que significa una oración húngara en un Volumen de tamaño duodécimo.
El tamaño y su contenido coincide con el del codex, pero ésta es toda la información, que fue integrada al catálogo, lo que solo podría ser una advertencia.
El códice fue estudiado por el húngaro Ferenc Toldy en 1840, luego por Pál Hunfalvy, sin ningún resultado. El paleógrafo austriaco Dr. Mahl revisó su validez, Josef Jirecek y su hijo Konstantin, ambos profesores universitarios en Praga, estudiaron 32 páginas del codex en 1884-1885 sin resultados. Mihály Munkácsy, el conocido pintor húngaro llevó el codex a París de 1890-92, para estudiarlo, pero tampoco obtuvo resultado alguno.
La mayoría de los científicos húngaros han tomado el codex como un engaño de Sámuel Literáti Nemes (1796-1842), anticuario húngaro-transilvano, y cofundador de la Bibliotheka National Széchényi en Budapest, conocida por muchas falsificaciones históricas (la mayoría de la década de 1830) que además engañó a muchos entendidos de su tiempo.
Esta opinión nace en 1866 de Károl Szabó (1824-1890), historiador húngaro, fue también defendida por Fejérpataky (1878) y por Pintér (1930). Belá Tóth (1899) y Csaba Csapodi (1973) mencionan esta opinión como probable.

El códice tiene 448 páginas de 12x10 cm, teniendo alternativamente 9 y 14 filas de símbolos. Junto al texto hay 87 ilustraciones que incluyen escenas religiosas, laicas, y militares. Las ilustraciones indican un entorno en el que cristianos, paganos, y musulmanes coexisten; los símbolos de la cruz, la media luna, y el sol/swastika son omnipresentes.
El número de símbolos usados en el códice es cerca de 10 veces superior a los de cualquier alfabeto conocido, pero algunos símbolos aparecen raramente, por lo que podría tratarse no de un alfabeto, sino un silabario, o similar a los ideogramas chinos.
El estudio del papel usado indica que fue realizado probablemente en papel veneciano hacia 1530.
El lenguaje en el que fue escrito es desconocido. Se ha propuesto el húngaro, el dacio, el rumano y otros. Han habido algunos intentos por descifrar el significado del documento.

Investigación metódica (y exitosa) de los símbolos fue hecha por Ottó Gyürk, quien examinó secuencias repetidas para encontrar secuencias de la dirección del texto (supone escritura derecha-izquierda y arriba-abajo y paginación izquieda-derecha) e identificar números en el texto. Posteriores comentarios sugieren mas conjeturas basadas en estadística pero no publicadas.
Miklós Locsmándi en la década de 1990 hizo una investigación basada en computadora y confirmó lo decubierto por gyürk y otros. Sin mucha base, afirmó que el símbolo "i" es un delimitador de sentencia (pero también significa "11" y quizá un lugar de delimitador de valor en los números). Estudió los símbolos diacríticos (varios puntos) pero no encontró peculiaridades en si empleo. Tampoco encontró rastros de sufijos característicos del lenguaje húngaro, por lo que asumió que no estaba escrito en ese lenguaje. No pudo probar que el código no es una farsa, pero al observar la regularidades en el texto rechazó que se trate de un fraude.
Las investigaciones se han intensificado recientemente. Benedek Láng resumió los intentos previos en un libro tamaño momografía. Arguyó que el códice no es una farsa (contrario a la opinión mayoritaria), y que es un texto codificado. Podría ser un cifrado, un sistema de caligrafia, o un lenguaje artificial.
Facsimilar del Codex Rohonczi
En 2010 Gábor Tokai publicó una serie de tres artículos breves en la gaceta científica húngara Élet és Tudomány. Tokai intentó fechar el códice por analogía de sus ilustraciones sin conclusiones claras y fue la primera de su clase. Aunque no descarta que se trate de un fraude piensa que las regularidades del texto indican que tiene significado. Varios meses después publicó otros dos breves artículos en el cual encontró cosas específicas. Se basó en las ilustraciones y caracteres (como el INRI en la cruz). Aunque sus resultados son muy hipotéticos, identificó los códigos de los cuatro evangelistas en referencias bíblicas por nombre y un número, posiblemente capítulos al estilo bíblico. Basado en trabajos de Gyürk y Locsmándi halló números de cuatro dígitos en el texto los cuales serían posibles años a manera de cronología tipo Anno Mundi.
Levente Zoltán Király hizo gran avance en describir algunos elementos estructurales con un método de corte de texto en frases con buena probabilidad. Identificó una sección de 7 páginas que fue dividida por encabezados numerados con una sección completa precedida por su tabla de contenidos. También halló los códigos de los cuatro evangelistas, lo cual lo llevó a argumentar acerca de un "sistema de encabezados de capítulos" en código con referencias bíblicas. Mostró que la estructura de los capítulos no está presente en los primeros cuatro de los libros porque contine una narración de la pasión de Cristo.
Como resultado del trabajo cooperativo de Gábor Tokai y Levente Zoltán Király, el código aparentemente ha sido roto. La mayor publicación de ambos todavía no ha visto la luz pero sus primeros resultados ya han sido impresos en húngaro. Según ellos el manuscrito es un sistema de código que no indica la estructura interna de las palabras y el lenguaje es probablemente artificial (como propuso Benedek Láng). Afirman que el códice contiene la fecha de 1593 E.C. como probable referencia a su escritura. Se trata de las lecturas de un católico o un brevario de la época, con paráfrasis de frases del Nuevo testamento (principalmnete los evangelioss) y algo de material no canónico como el regreso de Set a la puerta del Paraíso o plegarioas de la Virgen María.

Manuscrito Voynich el Misterioso Libro Ilustrado.

Manuscrito Voynich, en estas tres páginas del manuscrito aparecen
objetos que parecen astronómicos
El Manuscrito Voynich es un misterioso libro ilustrado, de contenidos desconocidos, escrito hace unos 500 años por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible, el denominado voynichés.
A lo largo de su existencia constatada, el manuscrito ha sido objeto de intensos estudios por numerosos criptógrafos profesionales y aficionados, incluyendo destacados especialistas estadounidenses y británicos en descifrados de la Segunda Guerra Mundial. Ninguno consiguió descifrar una sola palabra. Esta sucesión de fracasos ha convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica, pero a la vez ha alimentado la teoría de que el libro no es más que un elaborado engaño, una secuencia de símbolos al azar sin sentido alguno.
Sin embargo, el que cumpla la ley de Zipf, que viene a decir que en todas las lenguas conocidas la longitud de las palabras es inversamente proporcional a su frecuencia de aparición (cuantas más veces aparece una palabra en un idioma, más corta es), hace pensar que se trata no sólo de un texto redactado en un lenguaje concreto, sino también que este lenguaje está basado en alguna lengua natural, ya que lenguajes artificiales como los élficos de Tolkien o el klingon de Star Trek no cumplen esta regla. Esto es debido a que la explicación a esta ley se basa en la economía lingüística: las palabras que más utilizamos son más cortas y así requieren menos energía, por ello es el uso de una lengua el que acaba por imponer esta ley. Es prácticamente imposible que el autor del manuscrito Voynich conociera la ley de Zipf, enunciada muchos siglos después, y por tanto que la aplicase a una lengua inventada por él.
El nombre del manuscrito se debe al especialista en libros antiguos Wilfrid M. Voynich, quien lo adquirió en 1912. Actualmente está catalogado como el ítem MS 408 en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale. En 2009, investigaciones de la Universidad de Arizona (EE.UU.) demostraron, mediante la prueba del carbono 14, y con una fiabilidad del 95%, que el pergamino del manuscrito podía datarse entre 1404 y 1438. Por otra parte, el McCrone Research Institute de Chicago demostró que la tinta fue aplicada no mucho después, confirmando así que el manuscrito es un auténtico documento medieval. Sobre el lugar en que pudo haberse escrito, tan solo se dispone de una posible pista. En una de sus ilustraciones aparece una ciudad amurallada, y son sus almenas dibujadas las que aportan una orientación. Su forma es la de las almenas llamadas de cola de golondrina, un estilo estético que más tarde, en el renacimiento, se popularizó por toda Europa, pero que en el momento en que supuesta mente se elaboró el manuscrito, según los últimos estudios de la Universidad de Arizona, solo se podía encontrar en el norte de Italia. Quizá en la amplia región que transcurre entre Milán y Venecia.
El libro tiene alrededor de 240 páginas de pergamino, con vacíos en la numeración de las mismas (la cual es aparentemente posterior al texto, quizás del siglo XVI), lo que sugiere que varias páginas se habían extraviado ya antes de su compra por Voynich. Para evitar extravíos posteriores el padre Theodore C. Petersen lo fotocopió en 1931, repartiendo dichas copias entre varios investigadores interesados en su estudio e intento de traducción. Se utilizó pluma de ave para escribir el texto y dibujar las figuras con pintura de colores; según se puede apreciar, el texto es posterior a las figuras, ya que en numerosas ocasiones el texto aparece tocando el borde de las imágenes, algo que no ocurriría si éstas hubiesen sido añadidas posteriormente.
Las ilustraciones del manuscrito no aclaran los contenidos del texto pero denotan que el libro consta de seis "secciones", con diferente materia y estilo. Exceptuando la última sección, que contiene únicamente texto, casi la totalidad de las páginas contienen al menos una ilustración. Las secciones y sus nombres convencionales son;

Astronómica: Contiene diagramas circulares, algunos de ellos con soles, lunas y estrellas, lo que sugiere que trata de astronomía o astrología. Una serie de 12 diagramas muestra símbolos convencionales para constelaciones zodiacales (dos peces para Piscis, un toro para Tauro, un soldado con un arco para Sagitario, etc.). Cada símbolo está rodeado por exactamente 30 figuras de mujeres en miniatura, la mayoría de ellas desnudas, cada una sosteniendo una estrella. Las dos últimas páginas de esta sección (Acuario y Capricornio) se extraviaron, mientras que Aries y Tauro están separados en cuatro diagramas con 15 estrellas cada uno. Algunos de estos diagramas se encuentran en páginas desplegables.
Herbario: cada página muestra una planta (en ocasiones dos) y algunos párrafos de texto, un formato típico de herbarios europeos de la época. Algunas partes de estas ilustraciones son copias en mayor escala y detalle de bocetos vistos en la sección farmacéutica (debajo).
Biológica: Un texto denso y continuo con figuras de pequeñas mujeres desnudas tomando baños en balnearios públicos o tinas interconectadas por una elaborada red de tuberías, algunas de ellas claramente en forma de órganos del cuerpo. Algunas de las mujeres llevan coronas.
Cosmológica: Más diagramas circulares, pero de naturaleza desconocida. Esta sección también posee páginas desplegables, una de ellas de seis páginas de largo, que contiene una especie de mapa o diagrama con seis "islas" conectadas por calzadas, castillos y posiblemente un volcán.
Farmacéutica: Varios dibujos con leyendas de partes de plantas aisladas (raíces, hojas, etc.); objetos similares a jarras farmacéuticas (albarelos) a lo largo de los márgenes y algunos párrafos de texto.
Recetas: Muchos párrafos cortos, cada uno marcado con una "viñeta" en forma de flor (o estrella) que hacen pensar en una serie de órdenes, pasos o instrucciones para elaborar algo (presumible mente un producto químico o alquímico)
El texto (llamado voynichés) fue claramente escrito de izquierda a derecha, con un margen derecho desigual. Las secciones más largas se encuentran partidas en párrafos, a menudo con "viñetas" en el margen izquierdo. No hay evidencia de signos de puntuación.
El texto es fluido, como si el escriba entendiera lo que estaba escribiendo mientras lo hacía; el manuscrito no da la impresión de que cada carácter haya tenido que ser calculado antes de ser escrito en la página.
El texto consiste de más de 170.000 glifos, normalmente separados unos de otros por pequeños espacios. La mayoría de los glifos están escritos con uno o dos trazos simples. Considerando que existen disputas sobre si ciertos glifos son distintos o no, se calcula que el alfabeto entero consta de entre 20 y 30 glifos totales para casi todo el texto, con raras excepciones de algunas docenas de caracteres "extraños", encontrados una o dos veces en todo el texto.
Los espacios más anchos dividen el texto en alrededor de 35.000 "palabras" de longitud variada. Estas parecen seguir una cierta fonética o reglas ortográficas de cierto tipo; por ejemplo, algunos caracteres deben aparecer en cada palabra (como las vocales en el castellano), algunos caracteres nunca siguen a otros, algunos pueden ser dobles pero otros no. El análisis estadístico del texto reveló patrones similares a los de lenguas naturales. Por ejemplo, la frecuencia de palabras sigue la Ley de Zipf y la entropía (alrededor de 10 bits por palabra) es similar a aquella de textos en latín. Algunas palabras aparecen exclusivamente en ciertas secciones, o sólo en algunas páginas; otras son frecuentes en todo el manuscrito. Existen muy pocas repeticiones entre las miles de "leyendas" adjuntas a las ilustraciones. En la sección herbario, la primera palabra de cada página aparece solamente en esa página, pudiendo representar el nombre de la planta. Por otro lado, el "idioma" del manuscrito Voynich, el voynichés, es distinto de los idiomas europeos en varios aspectos. En particular no existen palabras con más de 10 "letras". Además, la distribución de letras dentro de una palabra es algo peculiar: algunos caracteres aparecen solamente al principio de una palabra, otros solamente al final y algunos siempre en el medio. El texto parece ser más repetitivo que los típicos idiomas europeos; existen secuencias en las cuales la misma palabra común aparece hasta tres veces consecutivas.

La OBRA se atribuye a los primeros propietarios reales del manuscrito la creencia de su autoría por parte de Roger Bacon (1214-1294). El manuscrito presenta notables parecidos con una obra del autor inglés Anthony Ascham, "A Little Herbal" (Un pequeño herbario), publicada en 1550.
Los primeros propietarios teóricos del manuscrito habrían sido Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) (nieto de Carlos I de España) y Jacobus Horcicky de Tepenecz (que lo habría poseído entre 1612 y 1622), quien a su vez se lo habría pasado a Georgius Barschius (quien en teoría lo habría tenido entre 1622-1665). De este último personaje no se tienen noticias más que por unas cartas posiblemente escritas por Johannes Marcus Marci (poseedor del libro en 1665), dirigidas a Athanasius Kircher. Quizá emulando al orientalista Andreas Mueller, que había conseguido estafar a Kircher con un texto fraudulento, y con la colaboración de Raphael Missowsky, habría escrito el manuscrito y creado toda la representación anterior.
Permanecería en manos de Athanasius Kircher desde 1665 hasta 1680, sin que pudiera descifrarlo, pasando a la biblioteca del Collegio Romano (actualmente la Universidad Pontificia Gregoriana) hasta 1912, momento en el que lo compraría Wilfrid M. Voynich (entre 1912 y 1930) para pasar posteriormente a su viuda, Ethel Boole Voynich (entre 1930 y 1961), a Hans Peter Kraus (entre 1961 y 1969), el cual lo cedió a la Universidad de Yale.